Vivir en Artà - Mallorca 

 

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Nuevos retos para Padre Tomeu

 

Los monasterios, oasis de paz y tranquilidad, siempre han ejercido una influencia mágica sobre Figaro, quien se abandona encantado al hechizo arquitectónico de los claustros. Pero hasta la fecha no había tenido el placer de coincidir con un monje cuyo núcleo vital fuera precisamente el monasterio. Fue en Artà, en el imponente convento de Sant Antoni de Pàdua, donde tuvo esa suerte. Solo tuvo que pedirlo, y de inmediato se le abrieron las puertas a un diálogo franco y sincero con el padre principal de esta congregación franciscana.

 

  Una mirada sobre el campanario del convento Sant Antoni de Pàdua 

 

El apocamiento inicial del infiltrado ante lo que suponía una renuncia voluntaria al mundanal ruido por parte del franciscano se desvaneció en cuestión de segundos al constatar la simpatía y amabilidad del Padre Tomeo, cuya presencia paciente y confiada abrió de inmediato el diálogo y le proporcionó la libertad necesaria para un próspero intercambio de opiniones…

El cambio de valores en nuestra sociedad occidental representa un desafío irrecusable para cualquier forma de vida cristiana, y especialmente para la de los monjes. La disminución en el número de franciscanos residentes en el convento de Artà, como en el resto de conventos del mundo, no es más que una evidente señal de alarma. La conversión del colegio franciscano, con sus trescientos cincuenta alumnos, en una escuela privada trilingüe no es más que la consecuencia lógica de este cambio.

 

 

La abertura de la vida monacal se ha convertido en algo indispensable. Hasta el padre Tomeu se ha doblegado ante esta evidencia. Desde hace un año y medio el prior y otrora principal de la escuela dirige la comunidad de Cala Millor. Allí, el mallorquín de Sant Joan de Vilafranca, que hasta los trece años no habló otra lengua queno fuera el catalán, celebra la misa de los domingos también en alemán.

Lograr que esta comunidad multiétnica reviva las tradiciones cristianas responde al máximo deseo de su ejercicio: ya sea el papel principal de San Antonio bendiciendo a las criaturas, ya la importancia de Cristo el domingo de ramos,  lo mismo da. Y en este sentido, su extensa experiencia pedagógica le viene de perlas al padre Tomeu, incapaz de reprimir una sonrisa en el momento de mencionar al domingo de ramos. “¿Acaso no iba Cristo montado en un burro cuando entró en la ciudad de Jerusalén?”, le preguntaron los miembros de su comunidad durante la preparación de la fiesta. Entonces, ¿por qué no iba a ser capaz el párroco de su iglesia, el siervo del señor, de aceptar un gesto de tamaña humildad? El padre Tomeu satisfizo las inquietudes de sus fieles ocupando él mismo aquel lugar.

 

 

Sea como fuere, el esfuerzo por enraizar de nuevo en nuestra tradición cristiana no puede valorarse en su justa medida sin tener en cuenta el horizonte ecuménico de este mallorquín abierto al mundo. Y es que, tras pasar muchos años fuera de la isla como monje en Roma, Madrid y Viena nada queda en él de enclaustramiento provincial. En su opinión, el futuro de la identidad mallorquina no puede pasar en ningún caso por el resultado de la demarcación de las fronteras insulares, ya sean políticas o culturales. El futuro de la isla debe buscarse en todo caso como se ha hecho siempre desde la época de Ramón Llull en la creación de un lugar de diversidad y encuentro cultural.

 

 

De pronto, como si quisiera explicarse con más claridad, el sacerdote invita a Figaro a entrar en la capilla Ramón Llull y le llama la atención sobre una ilustración, hecha por él mismo, que pende de una de las paredes. Una imagen cargada de simbolismo que une las tres religiones de Abraham en la figura de un velero en alta mar que nos protege de las tormentas de la vida. La obra se realizó con motivo de un simposio organizado por el padre Tomeu con los representantes de las tres religiones monoteístas del mundo, a cuyo término cada uno recitó las oraciones de los otros. El encuentro tuvo lugar el 31 de diciembre de 1999, en el marco del Día del Estandarte, con la idea de prestar el perfil ecuménico necesario para el mensaje político de este día con el acento en esta sintonía de las religiones. Una noticia que no podría ser más actual, ni para la isla ni para el mundo.

Dos horas después, cuando Figaro anduvo de nuevo bajo la resplandeciente luz de las calles, las impresiones e ideas que se llevó de aquella charla empezaron a confluir en una imagen que, junto a la calidez con la que lo recibió el sacerdote, avivaron el deseo de continuar con todo ello en otra ocasión.

 

 

 

        El Fígaro del Norte 

 

 

 

                                * Artà  un pueblo encantador en el nordeste de Mallorca *