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En busca de |
estelas
culturales... |
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Sentirse protegido a cielo abierto |
Prácticamente ninguna estancia de las casas del sur contribuye más al
bienestar de sus habitantes que un cuidado patio interior ajardinado: un
oasis de tranquilidad a la sombra en medio del ajetreo de calles
polvorientas. Y, contrariamente al ostentoso jardín delantero habitual en
las pequeñas ciudades del norte, el patio mediterráneo revela su encanto
en cierto modo en secreto, a puerta cerrada y exclusivamente para sus
invitados. |

Alivio del estrés en el patio interior del Ayuntamiento de Artà |
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Quien entretanto ya lo conocía, lo busca y encuentra por todas partes.
También en Artà se puede experimentar en todas las variantes posibles del
espacio vital público y privado: tanto en el ayuntamiento como en las
viviendas
– independientemente de si se trata de un palacio o una humilde choza –,
ya sea en el monasterio o en el café. Y siempre transmiten la misma
discreta invitación a detenerse, a relajarse y a encontrarse a uno mismo.
A Figaro le parecen un regalo para los ojos y, al mismo tiempo, para el
ánimo. |

Encontrarse a uno mismo en el patio del Monasterio de Sant Antoni |
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Invitación a detenerse bajo los limoneros del Café Parisien |
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No es de extrañar que los poetas nacionales no se cansaran de cantar las
virtudes de su propio patio. Por ejemplo, con «Mi infancia son
recuerdos de un patio de Sevilla, (…) donde madura el limonero…»,
del poema titulado Retrato, el andaluz Antonio Machado recuerda en
la lejana Madrid su nostalgia por su jardín de infancia situado en este
lugar. ¡Cuántos de sus compatriotas en el exilio habrán pronunciado a su
vez estos célebres versos de todo corazón! |
Incluso para el norteño Figaro, con su añoranza del sur incansable, su
modesto patio chico de Artà se ha convertido desde hace mucho
tiempo en un espacio acogedor en el que disfrutar de una agradable
sensación de protección bajo el cielo abierto, cuyo reclamo se percibe
especialmente en la distancia. |
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