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En busca de |
estelas
culturales... |
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Un mallorquín, ciudadano del mundo |
¿Cuántas veces habría pasado por aquella callejuela
junto al monasterio franciscano sin prestarle la menor intención?
¿Cuántas, hasta que un soleado domingo de noviembre el azar lo llevó
a posar su mirada en la placa que indicaba el nombre de la calle?
“Carrer del Pare J. Serra.”
Casi inconcientemente, Fígaro intentó pronunciar las palabras en
mallorquín, mas de pronto enmudeció… |
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¡Junípero
Serra! ¿No fue él quien lo acompañó, hacía ya al menos treinta años,
durante su viaje en
el legendario VW-Bulli por la
famosa Ruta 101 entre San Francisco y San Diego? Aquel antiguo
“Camino Real” de los conquistadores españoles fue el escenario de
veintiuna misiones (nueve de las cuales tuvieron lugar en época de
Junípero) que acabaron por dar nombre a la futura California. ¿Y no es
cierto que los americanos, en su afán por obtener la independencia,
eternizaron a este último gran misionero al servicio de la corona española
y lo convirtieron en un representante del Estado de California en su
Hall of Fame de Washington, favoreciendo así, inevitablemente, su
beatificación en 1988, durante el papado de Juan Pablo II?
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Mientras aquella pequeña placa lo llevaba a recordar
algunas de las misiones en tierras americanas (el Carmel, el propio San
Francisco…), Fígaro no pudo reprimir una sonrisa. Por aquel entonces, bajo
el sol californiano, Mallorca aún no tenía ningún significado para el
norteño, y Petra, la pequeña ciudad en el interior de la isla que en 1713
vio nacer a aquel hijo de campesinos que estaría llamado a convertirse en
un fundamental misionero y colonizador, no era más que –en el mejor de los
casos– un nombre de mujer. |
Pero todo cambió tras el insólito descubrimiento de la
placa, y hoy, al fin, Fígaro se dirige a Petra como si de un querido y
viejo conocido se tratara; uno que hubiera pasado todo aquel tiempo
intentando mantener viva la memoria del mayor de sus hijos. Efectivamente,
en el centro de la ciudad una estatua del misionero preside la plaza que
lleva su nombre, sin lugar a dudas uno de los lugares más emblemáticos de
la pequeña urbe, y en el casco antiguo un discreto museo emplazado justo
al lado de su casa natal, cuidadosamente restaurada, le rinde el merecido
homenaje… |
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Y pocos pasos más allá se encuentra el monasterio
franciscano en el que el joven Miquel Josep cursó sus estudios, antes de
ordenarse sacerdote en 1730 y convertirse en Fra Juníper. La callejuela
que une ambos edificios, decorada con baldosas en las que se representan
todas sus misiones, se ve convertida en una suerte de walk of fame,
en exposición y metáfora del modo en que el hijo predilecto de la ciudad
presentó al mundo los nombres de los santos adorados en el monasterio de
Petra… |

Carmel, 3 de Junio de 1770 |
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San Francisco, 9 de octubre de 1776 |
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¡Qué magnífico sería, qué reconfortante, liberarlo del
gesto triunfalista de la conquista, imaginar a los misioneros llevando la
Buena Nueva al mundo sin la tutela, ni el peso aplastante, del
paternalismo europeo! |
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